jueves, 23 de junio de 2016

Cielo, la perrita que celebra la paz y desea el regreso de nuestra escuela EFARTE

La primera vez que la vi, intenté acariciar su pelo largo y erizado que lleva a cuestas. Un pelo blanco, por supuesto, como el cielo; tal vez por eso las hermanas y estudiantes de la Casa de las Niñas de San Rafael, decidieron bautizarla así. Bueno, decía que la iba a acariciar y lo primero fue que gruñó y me mostró sus todavía más blancos colmillos en son de amenaza, como diciendo:

Lárgate de aquí, maldito machista opresor. 

Ay, ¿es muy brava entonces? exclamé al aire.

"Es que no le gustan los hombres", me respondieron dos niñas al mismo tiempo, cual si fuera un coro. Yo sólo solté la carcajada y me dije: "los perros y sus personalidades son lo máximo". En este caso, una perra. 

¿Y por qué no los quiere? pregunté intentando apaciguar la risotada. 

Jum, quién sabe—, me respondió tímidamente una niña alzando un poco los brazos, mientras la otra la sostenía por el cuello a Cielo. 

"¡Quieta cielo, quieta!", decían las niñas, mientras yo pasaba por un corredor, junto a mi amigo y monitor de la escuela Farid o "Faricho"

¿Cómo así que esa perra nos odia, o sea, sólo odia a los hombres?. Le comento en voz baja a Faricho. 

Sí, profe, la vez pasada estaba firmando unos listados cuando vi que me estaba mordisqueando un zapato. Me responde Faricho, luego de lo cual deja salir una tácita carcajada.

Me preguntaba si esta perrita habría adoptado un tipo extremo o equivocado de feminismo cuyo sentido era atacar cualquier asomo de masculinidad.


Cielo, en el parque de San Rafael S.O.


El caso es que así, custodiadas por Cielo, eran las clases de danzas que adelantaba la profesora Angie Foglia, formadora de EFARTE, en el barrio San Rafael Suroriental. En este espacio de formación, que funciona como un internado administrado por una comunidad de religiosas, sólo conviven mujeres. Quizá por ello, a Cielo la presencia masculina le parecía una amenaza. 

En ensayo de danzas. Parque de San Rafael S.O.


No obstante, a medida que avanzaban las clases, percibí que la formación tocaba no sólo a los estudiantes y maestros sino también a los caninos. Perdón, caninas. Pues, cada vez que yo iba y hablaba, los gruñidos de esta bella perrita eran más tenues, hasta casi desaparecer. Me daba cuenta que nuestra escuela estaba formando no sólo a humanos, sino también a nuestros amigos y amigas perrunas. Estos gruñidos tenues dieron paso a la indiferencia, hasta que un día, mediante una galletita, llegó la cordialidad. 

Cielo, rodeada de chicas.
Una de las hermanas nos ofreció onces, y decidí entonces entregarle una galleta a Cielo. Al principio fue difícil, pero poco a poco, fue venciendo su timidez, y su instinto galletuno fue más fuerte que ella. Curiosamente, no me rapó el alimento, al contrario, lo tomó delicadamente entre su hocico y se largó con su esponjoso rabo en alto. A partir de ahí nos hicimos buenos amigos.  

 
Fragmento de: EFARTE, Tejedores de Libertad.
De tal manera que en los días siguientes anoté en mi diario científico-canino de campo, lo siguiente: "...ella es cielo. Vive rodeada de muchas chicas y ha construido una filosofía de desconfianza hacia los hombres. Se ha estado formando en la escuela EFARTE, en torno a cómo bailar música del pacífico y cómo relacionarse  con los chicos. Poco a poco, con amor, comprensión y ternura (y unas cuantas galletitas) ha aprendido a darse cuenta que los hombres no muerden...". De hecho, luego me contaría algo por ese estilo, un día que subimos al parque de San Rafael a hacer los ensayos de danzas:

Mira Fabio, o profe de patrimonio, yo era así porque desconfiaba de los hombres. Sé que muchos de ellos maltratan a las niñas y también a nosotras las perritas. 

¿Qué te hizo cambiar, Cielo?

Bueno, esta escuela me ha demostrado que vale la pena apostarle a la convivencia y a la educación de nuestra localidad. Además, estamos en un proceso de paz, así que puedes consentirme la cabeza y, pues...¿tiene otra galleta que me regale?

Recuerdo claramente que le di la dichosa galleta y después se fue a divertirse con una pelotica, mientras vigilaba atentamente a sus amigas y estudiantes de la escuela. Hoy me envío una carta que decía más o menos así:
 

Wuaf-wuaf-wauf!

23 de junio de 2016 
Montañas de Colombia

Me encuentro muy contenta de que la paz se haya adelantado en nuestro país, pues esto mejorará las condiciones de toda la comunidad perruna colombiana. Si yo he logrado perdonar, hasta los perros y perritas uribistas pueden hacerlo. Lo siento en mi corazón y en mis cuatro patas. ¿Qué ha pasado con la escuela? ¿Cuándo volverá? ¿Hasta cuándo tendremos la oportunidad de seguir educándonos? Necesito galletas y diversión. Espero vuelvan los maestros y la experiencia de escuela. Saludos a la profesora Angie Foglia y a Farid, que disculpe las mordidas que le pegue, pero que ya lo quiero.

Firma:  Cielo (acá iba una patica de perro que no tengo cómo transcribir) y Fabio Enrique Ramirez, docente de Patrimonio en EFARTE. 

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