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sábado, 7 de mayo de 2016

Cuerpo, arte y territorio. Por: Andrés Ayala Herrera.



El pasado nueve de abril se celebró el Foro Interlocal de nuestra escuela. La temática que lo convocó giró alrdedor del cuerpo y la relación de este con nuestro territorio y nuestro patrimonio. Pero también quisimos que, aparte del evento en sí, le diéramos paso a un ejercicio reflexivo e investigativo. Por eso, contamos con la participación de unos relatores que nos dejaron sus impresiones. Relatores que, aunque ajenos a la escuela, habitan la localidad y luchan por ella. Y para ti ¿qué es el cuerpo? 



A continuación podrás leer el texto que nos comparte Andrés Ayala Herrera.    



Cuerpo, arte y territorio



Texto redactado a partir de la observación en el Foro Interlocal de San Cristóbal de la Escuela de Formación en Arte, Cultura y Patrimonio.



Por: Felipe Andrés Ayala Herrera

Licenciado en Educación Básica con Énfasis en Humanidades y Lengua Castellana.



Querido lector (a): 


Si algo sabemos quienes hemos trabajado en proyectos artísticos y comunitarios es que estos están atravesados por relaciones de poder. En este caso, formas de conocimientos institucionales, científicas y populares que se asientan presa en el territorio no sólo para dominar, sino para ejercer una autoridad específica para que las cosas funcionen como se quiere y no como deben ser. Algunos de estos conocimientos se pueden evidenciar en el uso desmedido de la palabra, cuyo fin es la persuasión y el engaño, la burocracia, la corrupción, el clientelismo y la dedocracia. En este sentido, no puedo dejar pasar la reflexión sobre el cuerpo, el arte y el territorio sin tener en cuenta lo anterior, puesto que es una parte constitutiva y esencial en la comprensión de las relaciones comunitarias.  


Todos sabemos que el cuerpo es extremidades, articulaciones, sistemas, movimiento, pensamiento, conocimiento y emociones. Y el territorio, un lugar geográfico, político y físico, donde una comunidad teje vivencias, historias, intimidades, afectos, luchas y relaciones. Y el arte, expresión de la inteligencia y las emociones. ¿Cuál es la relación, entonces, de estos conceptos o palabras?   A Continuación, daré una respuesta teniendo en cuenta el Foro de Arte, Cultura y Patrimonio de la Escuela de Formación Efarte.


El 9 de abril en la Maloca del parque San Cristóbal, en las horas de la tarde, se dio el encuentro de niños, niñas, adultos, abuelos y jóvenes; casi podría afirmar que era un choque intergeneracional. Cada uno de ellos compartía en diferentes secciones con expresiones artísticas, cuyo objetivo era la reflexión alrededor del cuerpo, el territorio y el arte en la localidad de San Cristóbal Sur. Recuerdo que me acerqué con escepticismo a la sección que formulaba la siguiente pregunta: ¿Quién soy yo? Una pregunta que me causó curiosidad por su contenido filosófico, pero también por la puesta en escena de cámaras, luces y trípodes que la acompañaban. 

Ejercicio del formador, Néstor Quintero. Foro Interlocal, 9 de abril, 2016.


El profesor de pelo largo hace la presentación del espacio, explica el significado de los objetos que adornan, mientras la gente lo escucha con aparente atención. Me disgusta un comentario que hace: “yo sé que la mayoría de ustedes no han cogido una cámara de estas, pero frescos, yo les explico”. Sentí de cierta manera algo de arrogancia en el hombre: yo sé, ustedes no saben. Parecía un Melquiades exhibiendo objetos extraños a una comunidad en apariencia prehistórica. Me olvido de ello y centro la atención en las siguientes palabras que pronuncia: “más allá de lo bonito o hermoso, lo que importa es un retrato que capture la esencia de nosotros”. Me intereso por esta definición, porque lleva a los asistentes a romper con los estereotipos fotográficos de belleza y conduce a las personas a pensarse la fotografía como un medio para hacer memoria, construir identidad y estimular la autorepresentación. Entonces, este profesor que presenta objetos extraños, invita a los asistentes a acercarse a la cámara, a unos para fotografiar, a otros para ser fotografiados. El ejercicio llama la atención, todos quieren participar.  


Sin pensamiento alguno me retiro del lugar para pensar en el arte, el territorio y el cuerpo. Pienso en que lo que relaciona el cuerpo y el territorio es la mirada: hay cuerpos desgastados por miradas obscenas, cuerpos elogiados por miradas hedonistas, cuerpos golpeados por miradas violentas y cuerpos peligrosos por miradas de temor. Y así, de esta manera, se puede hacer la misma reflexión con el territorio. Entonces, el arte y el cuerpo y el territorio se relacionan para trasformar la mirada que tenemos y así construirnos a nosotros mismos desde adentro; pero fuera del poder que ejerce la corrupción, el engaño y la mentira.  Disipo la reflexión y me voy a otra sección.


Me encuentro con un letrero que dice ¡Jugando voy recordando!, la actividad lleva cierto tiempo, me incorporo, escucho que el profesor interroga a los asistentes: ¿qué se siente cuando quiero avanzar?, ¿qué se siente cuando se tocan?, ¿sienten que el cuerpo quiere seguir hacia delante, pero algo lo obstaculiza? Tocan sus cuerpos mutuamente, algunos se intimidan, se evidencia en sus ojos y en sus movimientos lentos y sigilosos cierta precaución. De nuevo interviene el profesor y manifiesta lo siguiente: “sí ven que lo que no conocemos nos incomoda, nos incomoda que nos toque, esto es la soberanía del cuerpo, es decir, el cuerpo se convierte en el primer territorio que debemos proteger”. Sin embargo, creo que no sólo hay que protegerlo del otro, también de nosotros mismos: un cuerpo que no se cultiva, es un cuerpo peligroso para sí mismo. Por lo tanto, la palabra soberanía no puede ser usada para mantener cuerpos enfermos y sin cultivo, porque es como lo que ha hecho Estados Unidos: hablan de derechos humanos para violar los derechos humanos. En efecto, el cuerpo y el territorio, para ser soberanos, deben cambiar sus prácticas de cultivo y para ello está el arte, para cambiar y trasformar esas prácticas que impiden que nos movamos y toquemos al otro. Me retiro del espacio un poco dubitativo.   

Jugando voy recordando.
Me acerco a la sección donde un profesor, a través de un piano, produce música para que la gente se mueva con la nota musical. En este lugar se resalta el movimiento. Medito y me digo a mí mismo que el cuerpo y el territorio tienen movimiento y que este depende de nosotros: hay movimientos lentos, rápidos, rudos, corruptos, sigilosos, inteligentes, coordinados y descoordinados y que cada uno de acuerdo a su trayectoria de vida se mueve con algunos de ellos, ¿pero, qué se espera del movimiento de nuestro territorio? ¿Cómo a través del arte, en este caso la danza, movemos el territorio? ¿Qué tipo de movimiento queremos para él? Pienso, entonces que el arte es un cuerpo en movimiento en búsqueda de la perfección y la coordinación dentro de un territorio ¡Hay que movernos, hay que movernos para liberar el cuerpo y el territorio de las malas mañas!  


Sin pensarlo, y con cierta duda camino, camino, camino…me salgo de la Maloca y me dirijo a donde los asistentes practican juegos tradicionales. Juguetean con costales, con trompos y cocas, etc. Algunos, especialmente los más viejos, recuerdan su infancia, los más jóvenes sonríen y disfrutan, al parecer como nunca lo han hecho. Entonces, indago y pienso que el cuerpo es juego y que el territorio también, y que es a través del juego que hacemos memoria para construir nuestro cuerpo y territorio. Me voy rápido de esta experiencia, al parecer capté fácilmente su significado. Me gustó, me gustó. 


Juegos de mi territorio.
Vuelvo de nuevo a la Maloca. Me dirijo a donde un grupo discute el significado de imaginario. Pienso que un imaginario es algo de la mente y que, al mismo tiempo, son construcciones sociales que tenemos de la realidad social. Entonces, el profesor que dirige el espacio pregunta: ¿cuál es el imaginario que tenemos del territorio?, él mismo se contesta y manifiesta que el imaginario es el de un lugar peligroso y violento. La gente lo mira con duda y escepticismo, observo que el interrogante es complicado para los asistentes. Suena un pito para indicar a las personas que se tienen que acercar al centro para observar una función: al parecer, no sé, disculpe mi ignorancia, creo que es de Clown y otras cositas. En este sentido, creo que el territorio y el cuerpo, es eso, un imaginario que vamos construyendo y reconstruyendo a través de las representaciones artísticas.


Entonces, el arte es una manifestación del cuerpo y del territorio y viceversa, pero al mismo tiempo es el espíritu del cuerpo, es el lienzo a través del cual vamos dibujando las relaciones comunitarias; es la utopía que marca nuestros gestos, miradas y costumbres; es el silencio que nos enseña la vida, es el grito de Edvard Munch, es la sinfonía de Beethoven, es Mozart, Nyman y las letras de Borges.


Otros aspectos.

Me pareció que el foro cumplió con el objetivo. Los felicito por la organización y la metodología, fue un ejercicio donde brotó el aprendizaje. Los felicito.   

lunes, 15 de febrero de 2016

Suroriente. Territorio y memoria de la Localidad de San Cristóbal.

Este trabajo es un aporte a la memoria local del suroriente de Bogotá. partimos de reconocer las experiencias de quienes iniciaron la retadora propuesta de recuperar la historia desde la tradición oral, invitándonos a pensar en este territorio de vida, diversidad y luchas cotidianas. 

Ladrilleras. Primer mitad del siglo XX. Archivo: Luis Gaitán. 

Un texto de indispensable consulta para todo aquel que desee adentrarse en la historia de nuestra localidad. Puedes conocer la publicación completa, aquí. 


domingo, 7 de febrero de 2016

¡Memoria audiovisual! La palabra desde la loma.

Loma Sur, organización social y cultural de la Localidad de San Cristóbal produjo este material audiovisual. Un producto valioso que se acerca un poco a la historia de nuestro territorio y a sus procesos organizativos. Una pieza que, en resumen, nos ayuda a entendernos a nosotros mismos. 

Carátula del producto audiovisual.

Compártelo para que entre todos, hagamos de esta loma un mejor sur oriente.


lunes, 14 de diciembre de 2015

Memoria de una urbanización obrera. Villa Javier.

Semblanza del surgimiento de la primera iniciativa urbana de este tipo en la ciudad, creada por el padre José María Campoamor en 1913.
Por: Verónica Téllez Oliveros. 
“Los matrimonios eran una de las ceremonias más lindas de nuestro barrio Villa Javier: los niños del Batallón Infantil hacían calle de honor y acompañaban a la pareja hasta la casa que le entregaba el padre, donde se colgaba la imagen del Sagrado Corazón de Jesús”. Así lo cuenta Luis Carlos Garzón mientras revisa en su casa la colección de fotografías que dan cuenta de los 99 años que ayer cumplió este sector.
San Francisco Javier, hoy Villa Javier, fue la primera urbanización obrera de la ciudad, cuando a principios del siglo XX ésta sólo llegaba dos cuadras más al sur de la iglesia de Las Cruces, tal y como se lee en los archivos de la Alcaldía Local de San Cristóbal. Una localidad que también ostenta el título de haber sido el primer asentamiento residencial periférico de la capital.
Fue el sacerdote español José María Campoamor quien, al notar la desprotección de los obreros de Bogotá, creó el Círculo de Obreros en enero de 1911 y, cuatro meses después, la Caja de Ahorros que serviría de soporte económico para los trabajadores. El proyecto no se quedó en este punto y se consolidó con la creación de 117 viviendas, cuya primera piedra se puso el 7 de septiembre de 1913.
La labor del padre Campoamor no sólo se originó ante la precariedad económica de la ciudad y las condiciones de miseria en las que vivía la clase obrera, sino también por el surgimiento de las ideas comunistas y socialistas entre los trabajadores, que se habían convertido en una preocupación del Colegio de San Bartolomé, encargado de traer al sacerdote al país, según escribió el historiador Fabio Zambrano.
Sin embargo, los obreros que llegaron a vivir allí no eran trabajadores de una gran fábrica industrial, como ocurrió en otros barrios, como La Perseverancia, sino carpinteros, pintores de brocha gorda, sastres, entre otros, anota el arquitecto Rubén Hernández Molina, de la Universidad Nacional, quien nació hace 66 años en una casa de Villa Javier.
“La urbanización era una especie de feudo de la Edad Media”, indica Hernández Molina desde la casa en la que reposan más de 500 fotografías que desde hace nueve años se propuso recolectar para salvaguardar la memoria del barrio. Era una zona encerrada por un muro y rejas tras las cuales los habitantes tenían todo para vivir: granja agrícola, tienda de suministros, estanque de natación, chircal, carbonera y espacios de ocio, como la cancha de fútbol y un teatro al aire libre. Tampoco faltaba la iglesia-capilla.

Desfile del Batallón Infantil en la celebración del cumpleaños 99 de Villa Javier. / Fotos: Andrés Torres

El recuerdo de la capilla y los matrimonios hace que los residentes evoquen la curiosa forma en que se formaban las parejas del barrio. “Si a un obrero le gustaba una de las Marías (obreras), no era sino que le pidiera la mano al padre Campoamor y, después de alistar la casa que el padre les iba a entregar, se realizaba la boda”, dice Hernando Montoya, vicepresidente de la Asociación Mutual de Villa Javier.
Las casas se entregaban en arriendo y eran construidas con el adobe que hacían en el chircal los mismos obreros. Siempre que llegaban familias, la condición era que trabajaran para obtener una vivienda. Pues el lema del padre Campoamor era: “Dios bendiga el honrado trabajo”, cuenta el arquitecto Hernández.
Después de 99 años, muchas cosas han cambiado en esa primera urbanización, tipo conjunto cerrado. Todo empezó a transformarse en 1946, con la muerte del padre Campoamor. Los habitantes perdieron a su líder y sintieron que se habían quedado sin protección, al decir del arquitecto y del señor Montoya. Entonces llegó un sucesor que empezó a vender las casas y se perdió el conjunto en el que habían vivido por más de 30 años.
Muchos de los primeros habitantes se fueron cuando sus hijos crecieron y se hicieron profesionales. Así se ha perdido el sentido de pertenencia por la zona. La tristeza de ver la partida de la gente y la manera en la que ha desaparecido la memoria del barrio motivaron la investigación y recopilación de datos históricos por parte de Hernández. El resultado fue el trabajo La fotografía como instrumento de reconstrucción de la historia del barrio Villa Javier, que hace dos semanas ganó el primer concurso de historias locales organizado por el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural.

Tomado de: El Espectador, 7 de septiembre de 2012.

lunes, 26 de octubre de 2015

Nuestras organizaciones: PIEL DE ROCA


Por: Hernando Merchán. 


La agrupación teatral Piel de Roca empieza su trabajo artístico en el año 2004 como iniciativa cultural en el área teatral de la localidad de San Cristóbal. Actualmente la integran Edwin Galán como director y payaso, y su equipo de trabajo, los actores Diana Benavides, Harold Gamboa, Héctor Alfonso, Jhon Jairo Nonsoque, Jorge Pereira, y Harold García como “cabezas”. Algunos de estos jóvenes, estudian carreras profesionales como Licenciatura en Artes Escénicas y Comunicación Social; esto con el propósito de obtener mayor conocimiento y poder brindar una mejor enseñanza hacia el enfoque participativo de la comunidad, convocando a la solución de problemas sociales por medio de la cultura artística.




Estos jóvenes deciden vincularse al teatro, primero por el gusto que les permite encontrar sensaciones como seres humanos, convirtiéndolas en preguntas, empezando a dar rienda suelta a la imaginación, sueños y fantasías, para luego volverlas tangibles sobre la escena, proyectando las fortalezas y debilidades del hombre, evidenciando su existencia en una realidad de competencias a través de la historia.


Las acciones comunitarias que realiza Piel de Roca por la comunidad de San Cristóbal, comienzan a tener un impacto en los jóvenes cuando se hacen presentaciones artísticas en los colegios y escuelas; muchos de los estudiantes deseaban vincularse a este proyecto artístico, por lo que surge la escuela, y por ende, se adquieren métodos pedagógicos diferentes a la academia, formando nuevas propuestas de enseñanza ante los jóvenes que viven en un entorno de discurso comprados, formados por agentes foráneos a las realidades locales, ya que la academia no brinda contextos contemporáneos en la práctica. Entre palabras y debates, desde la profundidad local y el ámbito global, el teatro ha presentado un cambio constante gracias a la individualidad del hombre. Entonces ¿Cuáles son las verdaderas pautas para la realización de una puesta en escena?



Si la convivencia local se a perdido, todos buscan una convivencia propia. El hombre contemporáneo está fragmentado en sus propias necesidades; por ejemplo, el llamado proyecto de vida, mandando a recoger, por los hombres que están siendo atacados por los medios, el consumismo, los dogmas que propenden por alejar la meta virtual de un modelo especifico de vida segmentado los sueños d e inmediato por las consecuencias de las acciones impulsivas o demasiado racionales, como la creación de una ficha que debe encajar en los prototipos sociales, que son fieles copias de un sistema virtual que reúne las fortalezas y negligencias de muchos símbolos llamados arte, sin embargo, Piel de Roca sigue en una constante búsqueda de la esencia del arte sobre lo humano.